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VIOLETAS EN LA VENTANA

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Autor:
Patricia (veja mais livros deste autor)
Carvalho, Vera Lucia Marinzeck (veja mais livros deste autor)
Editora:
PETIT(veja mais livros desta editora)

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Sinopse

Abrí la ventana y me llevé una linda sorpresa. Daba a un patio rodeado de árboles y flores. Los pájaros coloridos cantaban alegres en las ramas y algunas mariposas de inigualable belleza volaban distraídas. Me encantó el cielo. Era de día. A la tarde, se hizo de un color azul maravilloso como nunca había visto. Me distraje tanto, que permanecí mucho tiempo mirando todo, extasiada con tanta belleza. - Patrícia - Maurício me llamó suavemente. - ¡Hola, Maurício! - Te llamé así para no asustarte. - Maurício, estoy encantada con tanta belleza. ¡Nunca vi un cielo tan hermoso! - Es el mismo cielo de los encarnados. Ahora tu mirada es diferente, y te parece más lindo porque tu percepción visual es mucho mayor. -La Colonia San Sebastián es del tamaño de “Nuestro Hogar”?5 - No, nuestra Colonia es pequeña. Hay Colonias pequeñas, medias y grandes como “Nuestro Hogar”*. Son muchas las Colonias dispersas por Brasil y por el mundo. Son como las ciudades de los encarnados. También se diferencian por su administración, pero tratan de tener todos los ministerios, es decir, órganos para administrarlas mejor. Para que entiendas, son como secretarías en las ciudades de los encarnados. Todas las Colonias están muy bien organizadas y ofrecen atractivos maravillosos para los que están aptos para verlos y apreciarlos. Como tenía autorización para salir del cuarto, abuelita me llevó a pasear por aquella parte o ala del hospital donde mi habitación estaba ubicada. Iba observando todo. Desde los corredores hasta los demás cuartos, y fue muy lindo ir al patio. Nos sentamos en un banco, yo miraba todo con curiosidad. Los árboles son sanos, de un verde precioso, y sus hojas armonizaban con el conjunto. Los pájaros no tienen miedo y si uno los llama, se acercan. - Abuelita, mira éste, ¡qué hermoso!, es azul. ¡Aquí todo es más bonito, el sol, la luna, las estrellas!... - Es nuestro estado de espíritu el que influye, llevándonos a ver todo más hermoso. Los animales, aquí, son amados, protegidos, son amigos. Tenemos en las Colonias animales domésticos y muchos otros que ayudan a los socorristas. En el Centro Educativo hay muchos animalitos que les encantan a los niños, y en el bosque hay varias especies de ellos, siempre dulces y amistosos. Me encantaron las flores, hay en la Colonia hermosas enredaderas floridas de distintas variedades. Comencé a recibir visitas de amigos, parientes y trabajadores, ya desencarnados, del Centro Espírita del que yo había sido parte cuando estaba encarnada. Eran visitas breves y agradables, todos trataban de complacerme. Me traían regalos: frutas, libros, flores, bonos-hora para que cuando pudiese fuese al teatro, a conferencias o a otros lugares de recreo. Fue grato conocer a Antônio, Alejandro, Artur y tantos otros amigos, compañeros desencarnados, trabajadores de nuestro Centro Espírita. Artur me trajo un mapa de la Colonia. En casi todas las colonias hay esos folletos que muestran cómo son y dónde están ubicados sus edificios. Solamente no vi esos mapas en los Puestos de Socorro, por ser innecesarios, ya que son muy pequeños. Hice una lista de los lugares a donde deseaba ir, y de lo que me gustaría hacer. La lista se hizo enorme. A medida que conversaba con los amigos que comentaban las bellezas de los lugares, los iba anotando en mi cuadernito. Quería conocer especialmente los locales de estudio. - Abuelita - pregunté -, ¿ y mis abuelos? ¡Aún no los vi! - Están encarnados, es la ley de la vida, un poco aquí, otro poco allá... Me estaba gustando estar desencarnada. Una tarde, estaba sola cuando recibí otra visita. - ¡Buenas tardes! Un nuevo amigo con traje blanco entró al cuarto, ofreciéndome algo de regalo. Sonriendo, me dio la mano presentándose. - Soy Antônio Carlos. - ¡Mucho gusto! ¿Cómo está tía Vera? - Todos están bien. ¿Y tú? La charla agradable duró unos minutos. Luego, él se despidió prometiendo volver otra vez. Abrí el regalo. Dentro de una caja de plástico duro y transparente se veían “algunas cosas” que yo no conocía. Sin saber qué eran, me puse a pensar ¿Serán dulces? ¿Bombones? Parecían pequeños botones azules, más oscuros en el centro y aclarándose en los bordes, con unos cabos pequeños. Abrí la caja. Los examiné. Tenían olor rico. Los probé, me gustaron y me los comí. Poco después, vino a verme Maurício. - Patrícia, ¿te gustaron las flores que te trajo Antônio Carlos? - ¡¿Flores?! - respondí haciendo muecas -. ¿Eran flores? - Sí, de una especie de extraña belleza, magnetizadas para no secarse. ¿Qué hiciste con ellas? - Me las comí... - ¡¿Te las comiste?! Maurício lanzó una carcajada, pero al verme seria dejó de reirse. ¿Y ahora? ¿Me harán mal? - Pensé. - No - respondió mi amigo, adivinando mis pensamientos - Las flores no te harán mal. Imagina que Antônio Carlos se tomó su tiempo pensando qué traerte, recogiendo las flores en un plano superior y magnetizándolas. Ellas no te harán mal, sólo que no eran para comerlas. Pero, dime, ¿son ricas? - ¡Sí que son ricas! Nunca vi flores azules parecidas y pensé que eran dulces confitados. Comencé a reir y reímos juntos. Siempre fui distraída. Me acordé de Carla, mi hermana, que a menudo me llamaba la atención sobre mi distracción. Si hubiera estado con nosotros, seguramente diría: “¡Esta Patrícia!” - Maurício, estoy bien y quiero ser útil, creo que para evitar estos desaciertos preciso aprender. - Calma, pequeña, acabas de desencarnar. Todo tiene su tiempo. El recién nacido de hoy será el hombre de mañana. Saldrás de esta habitación y pasarás a vivir, por ahora, con tu abuela. Ella estará de licencia en su trabajo y permanecerá contigo, te mostrará la Colonia, sus jardines y sus flores. Después, aprenderás y serás útil como quieres. Abuelita, enseguida de la visita de Maurício, vino a verme muy contenta. - Patrícia, mañana temprano vendré a buscarte para que te alojes por un tiempo conmigo. Vivo en la zona residencial de la Colonia, en una casa muy bonita, con cinco amigas. Todas son muy simpáticas. La casa es grande y cada una tiene su propio cuarto, que más bien es un lugar donde guardamos nuestras cosas personales. Tendrás uno para ti. Es como éste. Cuarto y baño. Llevaremos tus ropas. Podré quedarme contigo y llevarte a pasear. - Abuelita, ¿estás a gusto aquí? - ¡Mucho! - ¿Dejaste tu trabajo para estar conmigo? - No del todo. Trabajaré mientras duermes, serán algunas horas por lo menos. Pero por poco tiempo. - Abuelita, ¿de qué te ocupas? - Trabajo en el hospital, en otra parte, donde están los verdaderos enfermos del espíritu. - ¡Gracias! ¡Todos son tan cariñosos conmigo! Abuelita sonrió y se despidió. Al quedarme sola, papá vino a mi mente: “Hija querida, no te aflijas por ningún motivo. No temas a lo desconocido. Dios está en todas partes, siéntelo. Acepta con alegría lo que te está siendo ofrecido. El tiempo pasa rápido y pronto, en el plano espiritual tendrás tu hogar, tu verdadero hogar.” Tomé un libro para leer. Recordé que cuando desencarné estaba también leyendo una novela espírita. Éste me lo había regalado Maurício, y estaba llegando casi al final. Parecía que mi vida no había cambiado en nada. ¿O cambiaría?

Ficha técnica

Código de barras:
9788572530514
Dimensões:
21.00cm x 14.00cm x 0.00cm
Edição:
1
Marca:
PETIT
ISBN:
8572530517
ISBN13:
9788572530514
Número de páginas:
224
Peso:
180 gramas
Ano de publicação:
2000

Sobre os autores

  • Nome do Autor PATRICIA
  • Nome do Autor CARVALHO, VERA LUCIA MARINZECK